Alessandra Rampolla y la cuarentena: “Mi recomendación es que no se tenga sexo

“Con el corazón en Puerto Rico”, donde está parte de su familia: así pasa Alessandra Rampolla los días de cuarentena en Buenos Aires, junto a su perra Lola Milagros Lady Gaga. No es la primera vez que una situación de fuerza mayor la obliga a aislarse junto a su mascota. La sexóloga más famosa de Latinoamérica vivió de cerca la catástrofe del Huracán María, en 2017. Entonces, pasó más de seis semanas recluida en su departamento en la isla.

 

“Fue mucho peor porque no había agua, electricidad; fue terrible. Pero incluso en esa ocasión, cuando salía al restaurante de la esquina a buscar alimento, me sentaba a hablar con el dueño, le daba besos a la gente. Una cuestión de cercanía humana…”, dice la escritora y comunicadora a TeleShow sobre eso que tanto nos falta hoy. Y lamenta: “Creo que va un mes que no le doy un abrazo a nadie”.

 

—Nos estamos acostumbrando a una forma nueva de todo.

 

—Ha sido tan difícil… Estoy acostumbrada a estar sola porque viajo mucho por trabajo, pero es muy fuerte sentir este tipo de distancia. Por más que la tecnología ayude tanto, pues uno puede conectarse vía Zoom o cualquier red y ver a las personas, es un poquito raro. Pero es necesario. Así que aquí estamos, bregando como todo el mundo, haciendo lo que hay que hacer porque no tenemos otra. Es como salimos de esta pandemia.

 

—¿Vos necesitás salir de tu casa o podés hacer el aislamiento completamente adentro?

 

—Lo he hecho casi completo adentro; por momentos he tenido que salir. El otro día me hacía falta un medicamento que justo se me había acabado y también tengo la perrita que la saco muy poco, cuando ya la pobre no puede más. Digo: “Bueno, pues ya pasaron cinco o seis días, vamos a darle la vuelta a la cuadra”. Pero trato de resguardarme hasta de eso, me parece más responsable, mientras pueda, quedarme acá. Gracias a Dios están todos los delivery. Así que he estado bastante encerrada.

 

 

—¿Cómo es tu día habitual en esta cuarentena?

 

—No hay muchos días habituales, como suele pasar en mi vida. He tenido mucho altibajo emocional, como creo que ha pasado todo el mundo. Estoy en Argentina porque justo había decidido que este año hacía base acá. A principio de marzo regresé de Puerto Rico de ver a mi papá, que cumplió 85 años. Tengo a mis papás vivitos, gracias a Dios. Una gran preocupación: son grandes, están allá. Puerto Rico empezó antes que Estados Unidos a poner medidas de distanciamiento y directamente tienen toque de queda, pero los aeropuertos siguen funcionando porque son federales y el fantástico presidente norteamericano no ha querido detener los vuelos. Hay mucha preocupación con todo lo que está pasando en Nueva York, Chicago y Florida, que son tres de los estados donde hay mayor concentración de puertorriqueños y, al encontrarse con que están abarrotados los hospitales, literalmente se toman Ibuprofeno y se montan un avión para pasar el testeo de la temperatura y llegan a la isla buscando asistencia médica.

 

—¿Cómo se siente tener a tus papás allá y estar acá, en este contexto?

 

 

—Tengo mi corazón puesto allá y estoy muy pendiente de lo que pasa acá también porque quiero salvaguardar mi salud y soy bien responsable con los demás. Es complicado. Me he sentado muchas veces angustiada a ver las noticias, que son tan pesadas y difíciles de digerir. Voy del llanto profundo y la desesperanza, a recurrir a mis herramientas conocidas que sé que en la vida me ayudan: mis meditaciones, hacer yoga, conectar conmigo, respirar, leer cosas que sean mejor información para mi cabeza. No creo que lo esté viviendo distinto que el resto, pero en mi caso, hay una situación muy particular con tener la familia afuera. A diferencia de todas las otras veces, porque yo siempre viajo por trabajo y siempre está esa cosita de que si hubiera alguna emergencia salto a un avión y llego, eso no es posible ahora. Entonces, esa impotencia de que sí, olvidate del coronavirus, pasa lo que fuera, porque tengo una familia que es grande, me da un poco de pánico.

—Estoy viendo dos tendencias en la cuarentena: gente que cocina muchísimo y gente fanática de la actividad física. ¿Te enganchaste con alguna de las dos?

 

—No se me dio por ninguna. Un poco me he obligado lo de la gimnasia en los últimos diez días. Mi práctica personal de yoga, que yo no soy de las que hacen bikram, ni súper power yoga, mi yoguita es un yoga gentil amoroso, me abraza, me contiene emocionalmente. Tampoco soy la más yogui. Pero, empecé a ser consciente y decir: “Voy a hacer esto porque sé que me voy a sentir mejor”. Te aumentan los niveles de serotonina en el cuerpo y desde lo físico me ayudo con mi estado anímico. Y ahora mismo estoy acá y me tengo que rescatar yo. No hay nadie que venga a rescatarme.

 

—¿Estás entrenando todos los días?

 

—No. Hoy, por ejemplo, no voy a hacer nada. Pero el otro día me tiré a hacer abdominales y yo en mi vida lo hago. Y pude completarlo y se siente bien. Me da algo que hacer, se me arma una rutina. Está buenísimo. He estado trabajando mucho también y me obliga a organizarme. En lo que va de la mañana ni prendí la tele porque he estado muy ocupada con cosas. Me ayuda no estar tan conectada todo el tiempo a la noticia, si bien todos los días entro y veo diferentes noticieros de distintos países. Mi hermana está en Estados Unidos, en Miami, así que también lo de allá me compete mucho.

 

—¿Cómo te organizas en lo económico al no saber cuánto va a durar este parate?

 

 

—Es interesante porque se pausaron todas las actividades. Unos días antes de que anunciaran la cuarentena aquí en Argentina, estaba por anunciar una gira en Uruguay todo el mes de abril, que claramente pasará para otro momento. Tengo la buena fortuna de que no es una problemática como lo es para otras personas el tema económico en este momento. El ser conocida te permite generar ingresos de maneras alternativas. No es lo mismo, estamos todos paralizados, estamos en lockdown, pero hay gente que la está pasando muy mal. Veía las filas de los bancos aquel viernes cuando fueron todas las personas jubiladas que no habían podido cobrar y habían estado pasando todo el comienzo de la cuarentena, no sé ni con qué pesos en el bolsillo, para poder tener lo básico… En ese sentido, ni me atrevo a quejarme porque sé que soy tan bendecida…

—¿Qué consejo podemos darle a la gente en esta cuarentena? Empecemos por las parejas.

 

—La recomendación es un reenfoque en cómo encaran su relación en todo sentido. Es difícil hacer cuarentena compartida. Las parejas no están acostumbradas a estar las 24 horas en un mismo espacio, reducido en muchas ocasiones. Eso genera encontronazos y que las cosas que no se vienen trabajando, tal vez hace mucho tiempo, florezcan. Al comienzo hubo mucho comentario de: “¡Uau! Cuarentena, baby boom en diciembre”. Hay muchas personas que están en estrés, que han perdido sus trabajos, que tienen una crisis económica, que están angustiados. Eso afecta el deseo sexual. Y, más allá de todo eso, lo más importante es que este virus, que es nuevo y del que se conoce todavía muy poco, sí tenemos muy claro que se contrae a través de la saliva, así que algunos tipos de juegos orales no están buenos. El beso, sobre todo.

 

—¿Cómo sería este reenfoque en la pareja que mencionás?

 

—En la pareja, aún si conviven, casi nadie hace un búnker de una cuarentena donde no se sale para nada. Por más que tomes todos los recaudos, todos estamos expuestos. Entonces, salvo en la situación donde esa pareja está súper clarísima que nadie ha salido por espacio de 14 días, y que no hay síntomas y están bien, mi recomendación es que no se tenga sexo hasta que esto pase. Y la gente se me vuelve loca cuando yo digo esto, dicen: “¡¿Cómo?!, ¡¿Qué?!, Tú que siempre…”, y sí, creo que la muestra de amor en tiempos de pandemia y coronavirus, es asegurarme de no infectarte.

 

—¿Recomendás una cuarentena sin relaciones sexuales?

 

 

—La sexualidad igual se puede explorar, se puede compartir, se puede disfrutar sin contacto físico. Con la masturbación, con muchos juegos, con la tecnología, con el sexting para quien se anime. Old school, bien retro, con la llamadita hot por teléfono, que no te toman fotos ni captura de pantalla y están un poquito más resguardados. Y también buscarle la vuelta a encontrar lo positivo. Son situaciones que te obligan a fortalecer y flexionar ese músculo de la imaginación, de la verbalización, del contarle algo a alguien. La lectura erótica resulta súper poderosa por eso. El escuchar una voz que te está diciendo algo a ti directamente: “Ay, te haría esto o lo otro”, “Deja que te mire”, son cosas que alimentan el repertorio de fantasías y también la vinculación con otra persona. Es permitir que otro conozca tus deseos, enterarte de los de la otra persona y empezar a armar algo erótico, rico, exclusivo y que igual nos provea a cada uno la finalidad del autopapacho que uno se da con el sexo, de tener un orgasmo, liberar endorfinas, dopamina, oxitocina y te ayuda a fortalecer tu sistema inmune. Un ejercicio que yo planteo en pareja es la masturbación mutua, compartida a dos metros de distancia (risas). Toqueteensé a ustedes mismos todo lo que quieran, por favor. Pero no entre sí. / TeleShow

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